Los Reyes Católicos y sus locuras by César Cervera Moreno

Los Reyes Católicos y sus locuras by César Cervera Moreno

autor:César Cervera Moreno [Cervera Moreno, César]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 2023-02-01T00:00:00+00:00


7.

ÉRASE UNA VEZ EN LAS INDIAS

Españoles con piel de trapo y las mejillas aplastadas pisan tierra tras dos meses y nueve días de travesía. Hunden sus pies en la arena caribeña, estiran las articulaciones, rastrean el equilibrio perdido por el balanceo de los barcos. Ante sí, ven árboles muy verdes, frutas que se asoman golosas y una población de indios amorosos que les miran atónitos y maravillados, como si la mismísima aurora boreal hubiera aparecido caminando por la playa. Los habitantes de la isla parecen inofensivos, van sin armas, con las caras y el cuerpo pintados de rojo y blanco y visten como sus madres les parieron. Cándidos y bonachones, salvo los caníbales que aguardan en otras islas, lo desconocen todo, incluso el hecho de que acaban de ser descubiertos para Europa.

Ese 12 de octubre de 1492 el almirante Cristóbal Colón desembarca en esa tierra frente a Cuba, con bandera real y con sus capitanes portando dos enseñas de la Cruz Verde, para abrirse paso entre los indios nudistas y pacifistas. «Yo —escribe Colón—, porque nos tuviesen mucha amistad, porque conocí que era gente que mejor se libraría y convertiría a nuestra santa fe con amor que no por fuerza, les di a algunos de ellos unos bonetes colorados y unas cuentas de vidrio que se ponían al pescuezo, y otras cosas muchas de poco valor, con que ovieron mucho plazer».

Aquel lugar parece un paraíso en la Tierra, pero Colón, que porta sus mejores galas, no está conforme. No del todo. Lleva una década intentando hallar la isla de Cipango (el actual Japón), que imagina atestada de oro y no de baratijas, como previo paso para entrar en la India, el reino de las ricas especias. Aquella banda de indios sin blanca más que una meta es un estorbo para una empresa más grande, una en la que se piensa un vehículo de los designios de Dios, aunque por sus servicios espera llevarse una buena tajada.

Cristóbal Colón es un acertijo, envuelto en un misterio, dentro de un enigma. Y no por accidente. El navegante se tomó muchas molestias para que ciertos detalles de su vida anterior quedaran difusos al llegar a la corte de los Reyes Católicos. «Cuan apta fue su persona y dotada de todo aquello que para tan grande cosa convenía, tanto más quiso que su patria y origen fuesen menos ciertos y conocidos», escribió su hijo Hernando en La historia del Almirante, cuando llevaba años muerto. El hijo de Colón conocía la respuesta al misterio pero, escudándose en las instrucciones de su padre, sembró todavía más dudas.

La versión más aceptada es que nació en Génova con el nombre de Cristóforo Colombo, el mismo año que Isabel, dentro de una familia de tejedores sin tradición con el mar. «De muy pequeña edad entré en la mar, navegando, y lo he continuado hasta hoy», declaró en una ocasión a los Reyes Católicos. El genovés aprendió las primeras letras en una escuela del gremio de artesanos, al que pertenecía su



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